domingo, 13 de marzo de 2016

Paseo del Águila (Martínez)

RELEVAMIENTO:

MARTÍNEZ


Paseo del Águila

Foto: Adriana B. Ortolani

Foto: Adriana B. Ortolani


Foto: Adriana B. Ortolani

El paseo de ¼ de hectárea, donde la calle Pueyrredón se corta al llegar a las barrancas en la bajada al río, debe su nombre a la escultura del Águila que lo identificaba. Ubicada en el centro, sobre un pedestal, el águila, con sus alas desplegadas, está rodeada por altos árboles que fueron plantados por Orlando Williams (1905-6), el intendente Plantador de Árboles (1).

El 24 de diciembre de 1907 fue inaugurado este paseo con el nombre de “Terraza de Martínez”. El 19 de marzo de 1910, su nombre fue cambiado por el de “Balneario Mar Dulce”*. Se dice que fue por propuesta del entonces presidente del Buenos Aires Rowing Club, don Eduardo B. Madero.

En el diario La Nación del 10 de mayo de 1910, se hacía alusión al cronograma de actividades durante los festejos con motivo del Centenario. El 24 de mayo, a la mañana, se procedía al cambio de denominación de la Avenida Santa Fe por Avenida del Primer Centenario, y a la tarde se anunciaba la presentación del monumento “El Águila” en la Terraza de Martínez.
Según algunos testimonios, el monumento del Águila fue donado por la familia Saint, quienes habitaban una mansión sobre la calle Pueyrredón y eran dueños de la fábrica de chocolate Águila (empresa fundada por don Abel Saint en 1880, cuyo edificio aún se encuentra en la calle Herrera, entre Brandsen y Suárez, en el barrio de Barracas, con sus esquinas custodiadas por el águila que fuera símbolo de la firma*).


Pasado el Centenario, el Consejo Deliberante aprobó un proyecto del concejal Gramondo para reparar el paseo. La Ordenanza del 10 de marzo de 1911, autorizaba al Intendente Municipal, don Andrés Rolón, la inversión de 7000 pesos moneda nacional para el arreglo y embellecimiento de la plazoleta, desde la bajada de la terraza hasta la vía férrea. El criterio estético elegido fue “neo-vernáculo” o estilo “grutas y rocallas”, recreación de un ambiente natural simulado a través de técnicas artesanales con materiales industriales (estructuras de hierro y volúmenes en cemento texturados). Este estilo ornamental, que ya era moda en Francia e Inglaterra, se había empezado a incorporar en parques de Buenos Aires hacia finales del siglo XIX.


El paisajista Benito Carrasco, poco antes de hacerse cargo de la Dirección de Paseos de la Ciudad de Buenos Aires, presentó en 1912 su proyecto de embellecimiento para la franja ribereña que vinculaba a la ciudad de Buenos Aires con el municipio de Tigre. Una avenida ancha que comunicaba la capital con Tigre recorrería la parte más atractiva de la costa. El emprendimiento se fundaba en la expansión de la ciudad, además, la electrificación de líneas ferroviarias (del FCA) permitiría trasladarse hasta cualquier lugar de manera rápida y económica (sobre su trazado se desarrolló, luego, el “Tren de la Costa”). Para la barranca de Martínez había proyectadas tres terrazas semicirculares de 100 metros de diámetro, destinadas a las clases más modestas (2).


El proyecto no se concretó, pero en la década del 20, muchos fueron los que gozaron de las bondades del río antes de la contaminación y privatización de sectores costeros. En 1919 se habilitó el Balneario “Mar Dulce” en la bajada de Pueyrredón y llegó la primera línea de ómnibus Balneario El Águila a estación Martínez (3). Hacia 1924 el balneario fue concesionado a la familia Cerdeira, cedido por una década. Aquella playa popular de San Isidro se colmaba los fines de semana.

"Los vecinos se quejan por la inseguridad y escasa vigilancia que hay en las playas veraniegas. Resultan tan amplias y perfectas que algunos las utilizan para correr carreras de caballos y de automóviles. Hasta algún avión ha descendido", se apuntó en 1931 (4).

En 1936, el Poder Ejecutivo Nacional dictó un decreto por el cual se permitía la extracción de arena en la zona ribereña, argumentando que no afectaría a la navegación, ni al comercio, ni al régimen de aguas. Diez años después se adjudicó a un particular la extracción de arena, cascajo y resaca de la costa. Con el tiempo, la semilla del junco se esparció por toda la ribera y los pozos producidos por la extracción de arena facilitaron su crecimiento, echando a perder, lentamente, toda la playa (5).


Hacia 1943, la Municipalidad designó una comisión a los efectos de embellecer la costa y habilitarla para esparcimiento público durante el verano venidero. Esa comisión la integraban: Sr. Horacio Durañona, Dr. Castelford Lugones, Dr. Roberto Escardó, Ing. Octavio D. Michetti y los Arquitectos Alfredo Prebisch, Florencio Beccar Varela y Héctor Ezcurra (6).

Un año después, el comisionado Faustino García Cueto presentó un plan de urbanización de la ribera que implicaba la expropiación de grandes franjas de tierra, comprendidas entre la Av. Tiscornia y más allá de la estación Barrancas (unos 350 mil metros cuadrados), para levantar dos grandes balnearios y un parque público, aprovechando la forestación natural. La expropiación sería por ley de orden público. Parte de esos terrenos eran propiedad del Sr. Pedro Anchorena (7).


Tal vez la falta de un cuidado adecuado asociado a la fragilidad y al cambio de gustos hizo que, hacia la mitad del siglo, se encarara una restauración que cambió el aspecto de aquel lugar de ensueño drásticamente. Del estilo de grutescos y rocallas quedó en el recuerdo. Las escaleras sinuosas se cubrieron de ladrillos, acompañadas por canteros en ambos lados a lo largo de todo su recorrido.
Las barrancas, con sus escalinatas, fue escenario de una de las mejores películas de suspenso del cine nacional: “Si muero antes de despertar”, dirigida por Carlos Hugo Christensen, estrenada en marzo de 1952. En esa producción es posible advertir los cambios referidos en la zona.


En diciembre de 1976, el intendente municipal, Cnel. José M. P. Noguer, sancionó y promulgó la Ordenanza por la cual el sector delimitado por las calles Primera Junta, Roque Sáenz Peña, vías del Ferrocarril de la costa y vías del Ferrocarril Mitre pasó a ser Área de Preservación Patrimonial, suspendiendo otorgamientos de permisos de construcción, refacción, demolición, etc. Fundamentaba, entre otros puntos, que la zona debía ser preservada de las distorsiones que pudieran provocar la falta de un ordenamiento urbano adecuado y la necesidad de completar los estudios urbanísticos que estaba realizando el ICOMS (Instituto de Conservación de Monumentos y Sitios) para la Municipalidad (8).


En 2006 se inició una cuestionable puesta en valor de las escaleras y miradores históricos como parte de un Programa de Revalorización Patrimonial.
Poco después, el abandono, los actos vandálicos y la práctica indebida de deportes extremos (que según cuentan se cobró algunas vidas), determinaron que, a fines de 2009, el sector del Águila fuera cerrado con un enrejado.


* Dejó de llamarse “Terraza de Martínez”, “Paseo del Águila”, “Plazoleta Saint” o “Paseo los Palitos”.

Hoy, en ese predio, hay un hipermercado de materiales para la construcción.

Foto: Adriana B. Ortolani

Foto: Adriana B. Ortolani

Foto: Adriana B. Ortolani

Foto: Adriana B. Ortolani

El Águila o La Libertad

Foto: gentileza Sr. Alejandro Fiadone



Emplazamiento: Pueyrredón y las Barrancas


El Águila majestuosa, con las alas desplegadas, está posada sobre una bandera. Con su pico sostiene dos eslabones de cadena rota, simbolizando la Libertad. El plinto, ornamentado con una guirnalda en su cornisa, visible sólo en la parte que no está cubierta por la bandera, es remate de una especie de pirámide truncada o columna en cuyo frente aparece en relieve el Escudo Nacional y, debajo de él se consignan los años “1810 – 1910”.

Material:
Cemento


Autor: Emilio Andina

Andina, Emilio

Escultor. Nació en Buenos Aires, el 28-5-1875. Hijo de padres italianos, Don Luis Andina y Victoria Grandi, oriundos de la región del Lago de Como, Italia. Inició sus estudios artísticos en la Asociación Estímulo de Bellas Artes, pasando, a la edad de 24 años, a Italia, donde ingresó a la Real Academia de Brera, de Milán, frecuentando los cursos de dibujo de Bignami y los de escultura de Butti y Confalonieri. Posteriormente ingresó en el Real Instituto de Bellas Artes de Roma, regresando a nuestro país en 1905. Trajo consigo la escultura en piedra titulada "el Trabajo", popularmente conocida como "el picapedrero".[] Esta escultura fue adquirida por la Municipalidad y se instaló en el Parque de los Patricios.
Tras otro breve viaje a Italia, regresó a nuestro país, ya definitivamente, dedicándose de lleno a su arte.
Tuvo su estudio - taller en la calle Estados Unidos 3473 de Buenos Aires lugar que años más tarde ocupara el Maestro Francisco Reyes.
Este artista figuró en las exposiciones: “Un Siglo de Arte en la Argentina”, Bs. As. 1947 y “La Pintura y Escultura Argentinas de este Siglo”, Bs. As. 1952-53.
Entre sus obras emplazadas se encuentran: “Náufragos”, Bosque de la ciudad Eva Perón; “El Trabajo”, Parque de los Patricios, Bs. As.; Monumento a Adolfo Alsina, Puán, Pcia. De Bs. As.; “Flora Argentina”, Jardín Botánico, Bs. As.; “La ñusta”, Parque Chacabuco, Bs. As. (9).
Falleció en Buenos Aires el 16 de abril de 1935.

Reseña histórica:
Fue inaugurado el domingo 17 de julio de 1910, con gran celebración. La fecha para la ceremonia había sido programada, originalmente, para el 9 de julio, pero debido a las condiciones climáticas adversas, debió ser postergada una semana.
La Comisión organizadora estuvo a cargo del doctor Nicanor Repetto. El historiador Ernesto Celesia fue uno de los oradores del acto, que contó con la presencia del intendente municipal, Adrián Beccar Varela, quién también pronunció un discurso (10).

Procedencia de los datos:

Información del Sr. Ariel Sebastián Becker a través de su sitio: salvenlosmuebles.blogspot.com.ar, "El Paseo del Águila de Martínez, una postal del abandono", 20/05/2015.
(1) Hoss de le Comte, Mónica. San Isidro. El Sueño del Capitán. Colección Cuadernos del Águila Nº 17. Fundación Banco de Boston. Buenos Aires, 1991 (pág. 75 y 76).
(2) Carrasco, Benito. Proyecto de embellecimiento de la costa. Compañía Sudamericana de Billetes. Buenos Aires, 1914. 
(3) Información del Centro de Estudios Históricos Martinenses.
(4) Tirigal, Jorge. San Isidro. Algo de nuestro ayer. San Isidro, 2000 (pág. 101).
(5) Tirigall, Jorge. San Isidro. Algo de nuestro ayer II. San Isidro, 2005 (pág. 61).
(6) Tirigall, Jorge. San Isidro. Algo de nuestro ayer II. San Isidro, 2005 (pág. 93).
(7) Tirigall, Jorge. San Isidro. Algo de nuestro ayer II. San Isidro, 2005 (pág. 99).
(8) Ordenanza Municipal Nº 5204, del 9 de diciembre de 1976.
(9) Merlino, Adrián. Diccionario de Artistas Plásticos de la Argentina. Siglos XVIII-XIX-XX. Buenos Aires 1954.
(10) Sr. Alejandro Fiadone, información personal.

9 comentarios:

  1. Otro golpe que sufrió el Paseo fue el abandono que hizo el Grupo Sociedad Comercial del Plata, operador del Tren de la Costa, ya que dentro del contrato -no hay que olvidar que por donde circula en S. Isidro es propiedad municipal- se encontraba el mantenimiento del citado paseo, cosa que realizó por poco tiempo, dando lugar a todo el deteriodo que ocurrió en ese espacio. Un afectuoso saludo.

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  2. Muy interesante reseña. Conocí la residencia Saint siendo ellos sus moradores. Hoy 01/01/2021 visite el lugar lamentando el estado general de abandono de todo el predio.

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  3. Muy interesante reseña. Conocí le residencia Saint sobre la esquina. Hoy 01/01/2021 regrese al lugar y todo se encuentra en una triste situación de abandono.

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  4. Muy interesante reseña. Conocí le residencia Saint sobre la esquina. Hoy 01/01/2021 regrese al lugar y todo se encuentra en una triste situación de abandono.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Gracias G. Bond! Si, es una pena el estado en que se encuentra.

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